Es un reflejo de la desigualdad social. No solo se mide por el ingreso monetario de una persona o una familia, sino también por la falta de acceso a los servicios de salud, a un trabajo digno o la exposición a la violencia. Según la Organización de las Naciones Unidas, actualmente, más de 780 millones de personas viven por debajo del umbral de pobreza. Más del 11% de la población mundial vive en la indigencia y tiene que luchar por cubrir las necesidades más básicas, como la salud, la educación y el acceso al agua y al saneamiento, entre otras cosas. Se estima que hay 122 mujeres, de entre 25 y 34 años, que viven en la pobreza por cada 100 hombres del mismo grupo de edad, y más de 160 millones de niños corren el riesgo de seguir viviendo en la pobreza extrema para el año 2030.
Lamentablemente, la Argentina viene haciendo un aporte significativo a esta cruda estadística. Sobre la base de datos de ingresos de la Encuesta Permanente de Hogares del Instituto Nacional de Estadística y Censos, se estima que en el primer trimestre de 2019 la pobreza alcanzó no menos del 35% y la indigencia poco más del 7%, según la opinión del director del Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina.
Según el economista, esos porcentajes marcan un aumento de tres puntos -1,2 millón de personas- en relación con la medición de pobreza que fue del 32% en el segundo semestre de 2018, de acuerdo con el Indec. Respecto del 27,3% del primer semestre de 2018, el aumento de la pobreza sería no inferior a 7,7 puntos, equivalente a tres millones de nuevos pobres. Si se tiene en cuenta una población urbana de 40,5 millones de personas, serían 14.175.000 los pobres, de los cuales casi 3 millones serían indigentes. En el conurbano bonaerense, la pobreza en el segundo semestre de 2018 ascendió al 35,9%, sumando más de 4,3 millones de pobres, mientras que la tasa de desempleo en el primer trimestre fue del 12,3%, por encima del 10,1% del promedio nacional, con fuerte predominio juvenil: entre los varones jóvenes del 21,4% y mujeres jóvenes del 27,4%, según el Indec.
Esta realidad es consecuente con el informe que dio a conocer la Unicef en diciembre pasado en el que se indicó que casi la mitad de los niños y adolescentes (el 48%) en la Argentina eran pobres por tener, al menos, un derecho básico insatisfecho, y un 42% vivía en hogares con ingresos insuficientes. El organismo mundial señaló en esa ocasión que en el país, había 6,3 millones de menores de 18 años que carecían de uno o más de los derechos básicos.
Estas cifras están mostrando el fracaso de la política económica de un gobierno que prometió “pobreza cero”, sin embargo, con sus acciones ha logrado profundizar este drama argentino; en este marco, los planes sociales constituyen apenas un paliativo. Los brotes inflacionarios han traído como consecuencia la depreciación del salario, el incremento de los precios y las tarifas, la caída del consumo, el cierre de negocios y de fábricas. El optimismo gubernamental por los nuevos datos macroeconómicos contrasta con la realidad de más de 14 millones de argentinos que se conforma apenas con subsistir en el mejor de los casos. El Estado debería poner toda su energía para revertir este panorama desesperanzador. “La pobreza es como vivir en la cárcel, vivir esclavizado esperando ser libre”, afirma premio Nobel de Economía, Joseph Stiglitz.